viernes, 14 de marzo de 2008
La Casa del Lago
Con la sensación de que es el momento para efectuar un cambio en su vida, la Dr. Kate Forester abandona su trabajo en las afueras de Illinois para trabajar en un ajetreado hospital de Chicago. Algo que le da reparo dejar atrás, sin embargo, es la bellísima y original casa que ha estado alquilando - un refugio amplio y de alto diseño con enormes ventanales que dan a un tranquilo lago. Es un sitio que la hace sentirse totalmente libre. De camino a la ciudad, Kate deja una nota en el buzón dirigida al próximo inquilino de la casa del lago, pidiéndole que le envié el correo que la llegue y avisándole que las inexplicable huellas de pata pintadas que puede ver al lado de la puerta de entrada ya estaban allí cuando ella se mudó a la casa. Pero cuando el siguiente inquilino llega, ve algo muy diferente. Alex Wyler encuentra la casa del lago muy abandonada: polvorienta, sucia, y el jardín invadido de maleza. Tampoco hay ninguna señal de huellas de patas por ningún lado. No hace caso a la nota de Kate hasta días después, mientras pinta la muelle, deteriorado por el tiempo, ve a un perro suelto correr sobre la superficie recién pintada y luego hacia la entrada de la casa, dejando sus huellas exactamente donde ella dijo que estarían. Aturdido, Alex la escribe, contándola que no hubo ningún inquilino antes de él y preguntándose como ella podía saber lo del perro; a todo esto, Kate que acaba de dejar la casa hace tan solo una semana piensa que él la está gastando algún tipo de broma y rápidamente le contesta, descubriendo que se comunican a través del buzón con dos años de diferencia.
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